Low-Code: una estrategia para la inclusión social

Según el IBGE (Instituto Brasileño de Geografía y Estadística), el desempleo, en términos simplificados, se refiere a las personas en edad de trabajar (mayores de 14 años) que no trabajan, pero están disponibles e intentan encontrar trabajo. Así pues, para que alguien sea considerado desempleado, no basta con no tener trabajo.

Por ejemplo, según la metodología utilizada por el IBGE en la Encuesta Nacional Continua por Muestra de Domicilios (PNAD Contínua), los adolescentes en edad escolar, los estudiantes universitarios que sólo se dedican a sus estudios, las amas de casa que no trabajan fuera del hogar y los pensionistas son personas que están fuera de la población activa y, por tanto, no figuran en las estadísticas oficiales de desempleo.

En la PNAD, lo que popularmente se conoce como "desempleo" aparece en el concepto de "parados". Actualmente, la tasa oficial de parados en Brasil es del 8%, lo que representa un contingente de más de 8,6 millones de personas, distribuidas de forma heterogénea por las regiones. Esta tasa llega al 11,3% en el nordeste y desciende al 4,7% en el sur del país.

Si se añaden los 3,7 millones de brasileños catalogados como "desanimados", que se refieren a aquellas personas a las que les gustaría trabajar y estarían disponibles, pero no han buscado trabajo porque pensaban que no lo encontrarían, la tasa de parados en Brasil se eleva a cifras aún mayores.

De hecho, incluso sin tener en cuenta a todas las personas categorizadas como fuera de la población activa, la tasa de infrautilización en Brasil alcanza un alarmante 17,4%.

Si por un lado hay falta de empleos, por lo menos en el área de tecnología de la información hay una enorme crisis de escasez de talentos, haciendo de la fuerza de trabajo un factor que complica la agenda de transformación digital de 2 de cada 3 empresas, según un reciente estudio de Gartner. Es por eso que Brasscomm, en 2021, proyectó un déficit de más de medio millón de talentos en el área para 2025, sólo aquí en Brasil.

Con más del 55% de los estudiantes de educación superior abandonando antes de terminar el curso, según un estudio realizado por la SEMESP de 2017 a 2021 aquí en Brasil, está muy claro que la formación profesional, a través de cursos cortos dirigidos a la formación acelerada y especializada de talentos para el mercado de la tecnología de la información, es una gran alternativa para incluir a más personas en el mercado laboral, no sólo aquí en Brasil, sino en todo el mundo.

Es aquí donde las plataformas de desarrollo Low-Code pueden utilizarse como estrategia para una rápida inclusión social. Dado que este tipo de tecnología está en el centro de todo tipo de proyectos vinculados a la agenda de transformación digital, es un hecho que la demanda de profesionales con estos conocimientos no hará más que aumentar, e incluso a un ritmo superior al que se observa en otras tecnologías. La propia Gartner estima que en 2025 más del 70% de todas las aplicaciones desarrolladas en el mundo se ejecutarán en plataformas Low-Code.

Las plataformas Low-Code, como la de OutSystems, referencia mundial en esta tecnología, al contener una interfaz de desarrollo visual amigable, proporcionar una serie de componentes ya creados y reutilizables, beneficiarse del uso de asistentes de inteligencia artificial para guiar todo el proceso de creación, y contar además con una gigantesca comunidad de desarrolladores, la curva de aprendizaje es sustancialmente menor que la observada en otras tecnologías.

Combinadas con metodologías ágiles de entrega de proyectos y herramientas de distribución y control de tareas, incluso los principiantes pueden participar en proyectos de desarrollo de aplicaciones, contribuyendo a la entrega de más del 80% de las actividades y aportando ya beneficios inmediatos a sus empleadores.

Como las plataformas Low-Code permiten el desarrollo a distancia, literalmente desde cualquier lugar que tenga acceso a una conexión a Internet, su creciente adopción puede ayudarnos a dirigir el aumento de la inclusión social de forma ordenada, centrándonos primero en las regiones donde hay un mayor número de desempleados, como en el Norte y el Nordeste de Brasil, y extendiéndonos gradualmente a otras regiones, o incluso dando prioridad a determinados grupos minoritarios.

Adoptar plataformas Low-Code como estrategia de inclusión social es bueno para todo el ecosistema: para las empresas, que encuentran una forma de acelerar su agenda de transformación digital de forma casi inmediata, demandando cada vez más talentos para apoyar su crecimiento; para los fabricantes, que ven incrementado el número de personas que conocen y difunden su tecnología; para las universidades, ya que más del 80% de las plazas de educación superior se ofertan a través del sector privado, demandando estudiantes con capacidad económica para costearse sus estudios; para los parados y desanimados, que acceden en breve a salarios iniciales ya superiores a la media nacional, lo que les permite prosperar y vivir una vida plena; y para la sociedad, que, al reducir las tasas de infrautilización, contribuye a incluir a miles de personas en el mercado laboral, aumenta la distribución de la renta, activa las economías locales y renueva las esperanzas de un futuro mejor para todos.

Aunque el problema del desempleo es una cuestión muy compleja de resolver, lo cierto es que las soluciones pasan inevitablemente por la acción conjunta y organizada de diversos ámbitos de nuestra sociedad. Abordar este problema ya no orbita en la esfera de las posibilidades, sino en la de los deberes. Ya hoy, todo el ecosistema en torno al área de las tecnologías de la información, concretamente a través de la adopción de plataformas Low-Code y la promoción de cursos de formación profesional enfocados y de corta duración, puede contribuir sustancialmente a abordar este problema. No podemos esperar más.

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